miércoles, 9 de septiembre de 2015

¿Y DESPUÉS?


Ando algo confuso, he estado una temporada un tanto desconectado de la red con la esperanza de ver en la calle toda esa ebullición de rebeldía y esa ansia de justicia, que constantemente inunda la pantalla. Aquí y allá se ven destellos, pequeños fogonazos de gente comprometida con aquello que creen justo, personas decididas a vivir sus vidas lo más acorde posible con unos ideales fruto de la reflexión crítica y su experiencia personal. Más allá de eso, el gran escenario de la protesta (uno de los que forman el teatro de la vida) donde todos los papeles pueden ser representados. La gran mayoría transitan por el escenario de forma bastante honesta, dedicando su tiempo y su esfuerzo a lo que considera necesario pero sin estar dispuestos (siendo o no conscientes de ello) a renunciar en última instancia a su privilegiada situación dentro del orden capitalista; sí, privilegiada aunque no nos lo creamos. En la lotería del sistema nacimos en el lado correcto del tablero. Las buenas intenciones nunca fueron suficientes. Hoy en día pueden llegar a ser hasta contraproducentes. Se requiere de mucho más para poder iniciar algún tipo de cambio sustancial que nos acerque al modelo de vida que cada uno desea pero que casi nadie se atreve siquiera a imaginar que algún día pueda ser real.

Es necesaria una actitud crítica ante la saturación de información que se recibe a diario. La enorme importancia que la red tiene en esto (para lo bueno pero especialmente para lo malo) hace imprescindible redoblar el esfuerzo por tratar de comprender todo lo que se esconde tras un llamativo titular o una imagen impactante. De lo contrario, se corre el riesgo de lanzarse en una carrera hacia la nada, protestando, exigiendo a las autoridades o difundiendo información que tan sólo conduce al desgaste y al posterior abandono toda vez que la urgencia informativa ha pasado y el compromiso por tratar de comprender y subvertir esa realidad concreta era más bien fugaz.

Existen cientos de causas en las que involucrarse y luchar. Todas ellas necesitan irremediablemente ser abordadas si queremos construir una sociedad mejor. Esto es algo incuestionable. Tanto que ni siquiera el poder lo hace; más bien lo utiliza a su favor dirigiendo la orquesta, filtrando la información y poniendo el foco donde considera oportuno en cada momento. Saben que la mayoría de la gente siente en mayor o menor medida la injusticia con la que el mundo actual funciona aunque no tenga mayor conciencia de las implicaciones y consecuencias que ese funcionamiento tiene sobre el planeta y sus habitantes. Así, a cada momento ponen sobre la mesa alguna cuestión que inmediatamente absorbe la atención y la energía de la gente, moldeando la futura respuesta que el poder espera de todas esas personas. Así vemos en los últimos tiempos cómo la llamada crisis de los refugiados sirios (que no es más que la consecuencia de las políticas criminales ejercidas en toda la región) ha sido puesta en primera línea informativa a nivel mundial. Por supuesto, la situación es terrible y nadie puede (ni debe) permanecer ajeno al dolor humano pero ¿por qué ahora? La masacre empezó hace más de tres años y creo que todos somos capaces de comprender que el éxodo empezó hace mucho. Nuevamente nos preparan  para justificar lo injustificable, una nueva barbarie en forma de acción militar en Siria. No dudan en apelar directamente a lo emocional mostrándonos imágenes a todas horas del éxodo de sirios. Repito la situación es terrible, pero ni mucho menos nueva y nosotros deberíamos saberlo ya, puesto que hemos vivido desde las dos orillas esto mismo. El poder necesita un nuevo golpe de efecto para convertir la injerencia en imprescindible y nos muestra una foto (que estoy seguro de que todos conocéis) que acaba por encender la mecha de la demanda social de una solución.

De esta forma se llega al punto que querían: el pueblo exige a sus Gobiernos una solución en forma de legalidad (aunque se pretenda disfrazar de justicia) para dar solución a una situación que ha pasado de ser secundaria para la inmensa mayoría a ser insoportable. Insoportable porque o se toma alguna decisión que descargue las conciencias del personal o nos enfrentamos a la cruda realidad. Y la realidad es que la muerte de ese niño al igual que las de tantos otros seres humanos (me pregunto por qué las fotos de los niños palestinos asesinados en un playa por Israel no tuvieron el mismo recorrido ni le importó a ningún Gobierno ni organismo internacional) es el precio que este sistema criminal exige para mantener la sociedad de consumistas en la que vivimos. Todo es mercancía y todo vale con tal de dominarla y sacar beneficio. Esas vidas truncadas son el fruto de la codicia de unos pocos; pero también de la conformidad de una mayoría dispuesta a no hacer demasiadas preguntas si a cambio puede mantener su estilo de vida, por más que esa vida sea totalmente artificial y prefabricada.

Si lo que se demanda es justicia debemos ir más allá de la asunción de las premisas que nos dan, necesitamos ir al origen, ser radicales y tratar de entender por nosotros mismos cómo funciona el mundo y qué no nos gusta de ese funcionamiento para poder organizar las respuestas y las alternativas. Si lo que se quiere es establecer una legalidad con nombres pomposos, dejemos que los Gobiernos sigan haciendo su trabajo y que el poder siga dirigiendo nuestras vidas.

 

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